viernes, 28 de abril de 2017

Carta I.

Arranqué la hoja de mi vieja máquina de escribir y decidí que si quería plasmar aquellas palabras, debían ser escritas dé la forma más noble y ancestral posible.

Le di la vuelta al folio, ocultando así cualquier diminuto rastro mecanografiado.
Alcé la mano y abrí el estuche. Cogí aquella vieja Inoxcrom que mi padre me regaló hace años, cuando empezaba en el oficio de la escritura; y me enfrenté al papel.

No sabía muy bien por dónde empezar, así que dejé que la estilográfica hiciera, una vez más magia, y resolviera por mí el problema.

Querida Matilde,
Me veo forzado a recurrir a ti.
No quiero ocasionarles ningún infortunio ni a ti ni a tu esposo, pero la situación lo reclama.

Necesito que me consigáis algo más de información.
¿Quién es ese tal Basilio y por qué está tan cerca de Cristina últimamente?

Necesito un poco más de tiempo para acallar mis inseguridades.
Gracias.

Ignacio P. Sarmiento.

Leí y releí aquella carta con el temor de quien ve sus tierras peligrar y reuní el coraje suficiente para enterrarla en un sobre con el destino:
Calle Santa María, 2.

miércoles, 19 de abril de 2017

La Legión.

Aún está reciente el olor a incienso cuando la plebe empieza a aplaudir.
Una decena de personas vestidas con camisas verdes remagadas, pantalones del mismo color característico, botas y chapiri. Todos ellos portan el CETME reluciente, con orgullo.
 A su paso, aplausos. Hay mucha admiración y respeto hacia ellos.

Ente el público, hay una niña que también aplaude, pero no sabe por qué.
Después del desfile de los militares ante ella y su familia, pregunta a su padre sobre el por qué de tanta admiración hacia la Legión.
Su padre, observado con atención por la inocente pequeña y por las personas a su alrededor, no sabe qué responder.
Tras una breve explicación de la figura paterna, la niña queda convencida sobre la grandeza indiscutible de los legionarios y vuelve a preguntar, con su bendita inocencia, por qué a su madre no le gusta, con lo importante que es.
El padre, ante esta pregunta le hizo ver a la curiosa primogénita que su madre no era capaz de ver lo que representaba la Legión.
 - ¿Y qué representa la Legión, papá? - Volvió a la carga.
 - Honor, amor por tu patria, protección... - Comenzó a enumerar una lista de palabras cuyo significado desconocía la pobre muchacha y articuló un simple "Ah" como respuesta a su padre.

Al día siguiente, ya en la intimidad del hogar, preguntó, de nuevo con la inocencia de un niño, pero esta vez a su madre por qué no le gustaba la Legión.
Ella, sorprendida por la pregunta, le dedicó una media sonrisa y le dijo que en unos años, cuando estudiara historia lo entendería.