sábado, 31 de diciembre de 2016

2016: Algo más que un sueño.

Acaba el año, hoy es 31 de diciembre y eso significa una cosa: fiesta y alegría.

Yo os invito a reflexionar, una última vez en este periodo de 365 días.

Aunque parezca que haya sido un año malo, no lo ha sido tanto.
Hemos conseguido gobierno, hemos disfrutado, viajado y reído mucho. Pero también hemos llorado (a veces de alegría).
Ha sido un año equilibrado, con alegrías y penas; pero más de las primeras.

También me gustaría acordarme de los artistas que nos han dejado en 2016, en especial de dos, los que más me han marcado: Carrie Fisher y David Bowie.

Querida Leia, la Fuerza está contigo y el universo en deuda con usted. Descanse en paz, Princesa.
David, tú por fin puedes jugar con los críos en el espacio. Descansa en paz tú también, maestro.

Por último me gustaría agradeceros vuestras visitas, y desearos unas Felices Fiestas y un próspero Año Nuevo. Ojalá que el 2017 sea igual o más bueno que este 2016.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Míriam

- Oh, una nueva oveja en nuestro rebaño. Soy Gabriel, el párroco del pueblo. Bienvenida.- Gracias. Ya se quién es, he oído hablar de usted.

- Espero que hayan sido buenas palabras.

Ella sonrió y se marchó.
"Que chica más rara" pensó.

Al terminar la corta conversación se dirigió a la cafetería de enfrente de la iglesia.
Entró, y al sentarse en una mesa para dos, un joven se acercó a él.

- Buenos días, Padre.
- Buenos días del Señor, hijo.

El muchacho sonrió.

- ¿Ha visto a la chica? - preguntó impaciente.- Siéntate Damián, y desayuna conmigo.

Damián asintió con la cabeza y mientras se sentaba volvió a preguntar, ahora más tranquilo.

- Entonces, ¿la ha visto?
- ¿De quién me hablas?
- Ya sabe, la que es nueva en el pueblo. Es muy guapa.
Se sonrojó al decirlo.
- Pues... - Empezó Gabriel, pero llegó el camarero para anotar la comanda. [...]

Tras la marcha del camarero, continuaron su charla...

- Pues sí, he charlado con ella hace un rato...
- ¿Y cómo es? - Preguntó Damián entusiasmado.
- Déjame acabar, impaciente - dijo en tono suave.- No deberías acercarte mucho a ella.
Aquel comentario le desanimó.
Después de eso, no volvieron a hablar de la mujer. Se centraron en temas de actualidad; y en los churros.

Tras desayunar y pagar, se despidió del Padre y marchó a dar una vuelta. Decidió ir al lago, a echar de comer a los patos y a disfrutar de su soledad.
[...]

A medio camino del lago y la cafetería, en "el Cruce de los milagros", sus ojos chocaron durante un segundo con otros..
Una mirada aterrada, que pedía ayuda.

- Ana, ¿estás bien? - Se acercó a ella y la abrazó.
Ana era una vieja pitonisa amiga de su familia. Pero hacía años que había perdido la cabeza, y simplemente deambulaba de un lado para otro en el pueblo.
- Cuidado con la nueva. - Dijo, y retomó su camino de vuelta a casa.

"Qué le pasa a todo el mundo con la nueva chica?" - Pensó.
"Primero el Padre Gabriel, ahora la adivina Ana...
Empiezan a asustarme..." - Reflexionó.
Siguió su camino sin darle mayor importancia a las palabras de los demás.
Al rato llegó al lago.

Allí estaba ella, risueña y misteriosa. Sus miradas coincidieron, pero él agachó la cabeza rápidamente, fruto de la vergüenza.

Se sentó en un banco junto a los patos y comenzó a lanzarles migas de pan.
Aquello era realmente gracioso. Ver como luchaban por migajas, graznando, aleteando y picoteando... Le entretenía. Además, aprovechaba para mirarla de reojo de vez en cuando. 

Sin embargo, en una de sus discretas miradas, la muchacha se dio cuenta.

- ¿Quieres sentarte? - Dijo, colorado por los nervios.
No respondió. Simplemente sonrió y se acercó.
- Soy Damián.
- Oh, yo no tengo nombre... Pero puedes llamarme... - Pensó la respuesta. - ¡Míriam!
- Míriam es buen nombre.
- ¿Por qué estás tan rojo? - Preguntó con intención de empezar una conversación.
- Me pareces muy guapa.
- ¡Gracias! Pero creo que te gusto. - Dijo con soberbia.
- Bastante.
- Yo también creo que eres mono. - Tras acabar la frase rió de una forma infantil.
- No... No se qué decir. - Se enrojeció aún más, pero parecía más seguro de sí mismo.
- Pues... ¡No digas nada! - Sacó la lengua imitando un gesto gracioso que se les hace a los bebés.

Ambos rieron. Él con una risita tonta, mezcla de la pubertad y del nerviosismo.  

En la cabeza de Damián, dos geniecillos se peleaban:

- ¡Lánzate! - Decía el rojo, que tenía cuernos y una larga cola puntiaguda.
- ¡No lo hagas! Recuerda lo que te han dicho el Padre y la adivina... - Dijo el otro, este de color azul con una túnica blanca, una aureola en su cabeza y unas alas, con preciosas plumas, en la espalda.
- ¡No le hagas caso! - Gritó el rojo, interrumpiendo al azulito. - ¡Lo estás deseando!

Cada vez era mayor el debate que los dos bichitos tenían en su cabeza, así que dejó de escucharlos.
Al final, fue ella, quien al ver el rojo de sus mejillas le dijo al oído:

- No tengas miedo, chico. ¡No muerdo!

Así que, armado de valor, pero lleno de miedo; Damián se acercó a ella y sellaron sus labios en largo beso.
Para ella, uno más. Para él, el ascenso al Cielo, aunque a la vez su descenso a los infiernos. [...]

Cada día que pasaba quería más y más besos, y ella se los daba. Hasta que un día se marchó.

Estaba perdido, desorientado.
Trató de cambiar muchas cosas en su vida que ella se había llevado.
El magnifico olor de su pelo, por el apestoso tabaco. El dulce sabor de sus labios, por el amargor del alcohol.
Los hermosos sueños que tenía al dormir abrazados, por películas nefastas y series baratas...
Nada daba resultado.

Tocado, pero no hundido, decidió dejarlo todo e ir en su búsqueda. [...]

El recorrido se hacía eterno.
Sin embargo, había conocido a más personas que la buscaban, y todos coincidían en lo mismo: el calor y el frío simultáneo de su mirada, y su insalvable misterio.
Esto reavivaba la llama de su interior para encontrarla, lo que hacía que siguiera adelante.

Pasaban los días y cuanto más tiempo transcurría, más se convencía de que lo único que encontraría sería un destino diferente.
Así fue.Damián descansa bajo tierra, lejos del cielo al que viajaba con cada beso de ella.



lunes, 24 de octubre de 2016

Mis mundos.

Somos cuerpo y alma, eso es algo bastante evidente.
Todos nosotros tenemos un lado material o físico y otro espiritual o al menos, no físico. 
"Mens sana in corpore sano." 
Aunque esta frase era una crítica romana al deporte, pues creían (cosa obvia) que desgastaba demasiado el cuerpo, por lo tanto no lo consideraban saludable.

A lo largo de la historia, muchos han sido los opositores al cuerpo en favor a la mente. Sin embargo, ¿realmente podemos conocer, o según Platón, recordar sin nuestros sentidos? 

Hagamos una prueba. Tápate los ojos con un pañuelo y camina, sin el uso de ninguna ayuda auditiva, táctil u olfativa; en un descampado o un lugar que no conozcas. Seguramente acabes chocándote con algo, una farola, un árbol, una pared... No sabrás qué es.

Haz otra prueba, habla con un chico que jamás haya oído nada sobre "x" cosa. No sabrá qué es hasta que se la enseñes, o al menos le ofrezcas una descripción de eso. 
Por ejemplo, si te hablo de un "haiku" no sabrás lo que es, al menos, una gran mayoría no lo conocerá. Sólo te diré que son bellos y complejos.


Hechas las pruebas, empiezas a entender que somos dos en uno. Podemos imaginar cosas irreales, pero necesitamos una base real. 
"Si no lo veo, no lo creo." 
No puedo estar más de acuerdo con dicha expresión.

Sinceramente, pertenecemos a dos mundos, el de nuestra cabeza y el de nuestro cuerpo. Sin embargo, nuestra cabeza está influenciada por el mundo "material".
Al menos para mí, el mundo real está antes que el de mi cabeza.

No podría saber cómo es un árbol sin haberlo visto antes. Podrían haberme explicado cómo es, pero no sería capaz de construirlo y sería muy diferente a tu idea de árbol. 
Por tanto, creo que es justo, o al menos, cierto; afirmar la vinculación de ambos mundos. 

Terminemos la explicación con un pequeño resumen en forma esquemática:

- Formamos parte de dos mundos diferentes, uno físico y otro no físico, en el que están las ideas.
- Nuestras ideas están influenciadas por lo que vemos, sentimos, oímos... En definitiva, por lo que percibimos.
Por tanto, el cuerpo va antes que la mente en cuanto al conocimiento básico.

A partir de aquí surgen dos preguntas:

- ¿Qué ocurre si alguien no tiene, o tiene atrofiado un sentido?
La respuesta es sencilla. 
Dicho sentido es sustituido por los demás, desarrollándose más el resto. Lo que aumenta la capacidad de recoger información.

- ¿Qué es el conocimiento básico?
Aunque el cuerpo esté antes que el pensamiento, no es lo mismo la capacidad del primero frente al segundo en términos de aprendizaje. 
Por tanto, el conocimiento básico es el conjunto de información que es capaz de captar el cuerpo mediante los sentidos. 

Por otro lado, está el conocimiento avanzado.
 Este es la evolución del conocimiento básico, y es realizado por la razón pero con los conocimientos adquiridos por los sentidos.

Por último, está el conocimiento superior. 
Es una mezcla de los dos anteriores, pero aún más complejo. De él depende que seamos capaces de resolver situaciones complejas, y su base son los dos tipos de conocimiento ya descritos anteriormente. 

Por ejemplo: 

La idea de árbol es un conocimiento avanzado, pues requiere del conocimiento básico acerca de cómo es un árbol.
Sin embargo, calcular el crecimiento del árbol o la caída de sus hojas es un conocimiento superior, pues necesita conocer cómo calcular dichas situaciones (conocimientos, a su vez, superiores).






Antes de acabar,  os dejo con un haiku: 

De no estar tú,
demasiado enorme
sería el bosque.

Kobayashi Issa (1763-1827)

miércoles, 19 de octubre de 2016

¿Es Jesús una metáfora de Sócrates?

Por todos, al menos por los más estudiosos, es conocida la estrecha relación entre Platón y la religión cristiana.

El "Cielo", podría verse como una copia de el "Mundo de las Ideas" y la idea del bien tiene mucho que ver en la moral cristiana; entre otras cosas.

Por tanto, y conociendo la gran influencia que Sócrates realizó en Platón, no es tan atrevido pensar que Jesucristo no es más que una metáfora de aquel ateniense.
Además, no está del todo claro la existencia o no de la personificación de Dios en el mundo...

Muchos han sido los autores antes que yo, y muchos serán después de mí, conforme vayan conociendo a los filósofos; que irán elaborando teorías similares a las ya planteadas. Por tanto, no voy a decir que esta redacción es totalmente propia, sin embargo, sí que le voy a dar mi toque personal.

Veamos, por tanto, las similitudes entre ambos:

- Considerados sabios y muy cultos por sus seguidores contemporáneos y por locos por sus perseguidores, jamás escribieron nada. Fueron sus discípulos los que, mediante diálogos o parábolas; recogieron las enseñanzas de ellos.

- Denunciaron las injusticias, y, mediante el don de la palabra trataron de cambiar a la población. Esto fue tomado por los dirigentes como un acto de desorden público y ambos fueron juzgados por tribunales populares.
En el caso de Sócrates, podría haberse salvado abandonando Atenas; en el de Jesús, pidiendo clemencia. Sin embargo, fueron fieles a sus principios y aceptaron la decisión de morir.
Tal vez este fuera este hecho, el culpable de su importancia en la humanidad.

- Ninguno de los dos tuvo miedo a morir, de hecho, ambos afirmaban que eran enviados de un Dios y que su muerte les ayudaría a seguir su camino. Sócrates quería saber de dónde procedían las almas y Jesús encontrarse con su Padre.

Elaboremos ahora la teoría, en función de las similitudes.
Es un hecho, que las vidas de ambos coinciden en muchos aspectos, si bien es cierto discrepan en otro. Por ejemplo, la edad de la muerte no es la misma, siendo mucho más impactante la de Jesús (33 años)
Sin embargo, me aventuro a decir que Jesús tiene una alta probabilidad de ser un reflejo de Sócrates, aunque no sea más que una hipótesis.
Quizás se haya abierto una vía de investigación o quizás jamás se vuelva a tocar este tema, solo de forma esporádica por los distintos autores venideros.
Te animo pues a investigar un poco acerca de estos dos personajes y a redactar tu propia teoría.
No olvides, que al final, son tus normas las que rigen tu mundo. Si prefieres llamar a la física magia, será la magia la que aporte un sentido científico a tu vida.

viernes, 7 de octubre de 2016

El mito de la caverna.

Por todos es conocida esta historieta de Platón, en la que relata la experiencia acerca de un experimento social.
De forma muy resumida, para los que no la conozcan, Platón, para explicar su mundo de las ideas y mundo material, usó una pequeña historia.
En ella, había un grupo de personas atadas a una pared dentro de una cueva, en la cual podían ver las sombras de objetos que iban siendo representados (como si del teatro de sombras se tratara).
Un día, liberan a uno y lo sueltan fuera de la cueva. Al principio, le cuesta asimilar cómo es el mundo, pero poco a poco lo va conociendo, y finalmente, tras comprobar que es mejor que la cueva, vuelve a ella para tratar de liberar a los demás. Sin embargo, ellos rechazan esa liberación.


Este texto se puede trasladar a casi cualquier ámbito en la vida: y tal vez podría usarse como una metáfora hacia la sociedad.

Sin embargo, el propósito de este texto es contestar un par de preguntas planteadas en una clase de filosofía. Dichas cuestiones eran las siguientes: "¿Creéis que se puede salir de la cueva?
Y ¿lo creía Platón?"

Sobre la primera pregunta, mi respuesta es contradictoria.
Sí y no.
Según Platón, lo que hay fuera de la cueva es todo lo creado por la idea del bien (mundo de las ideas). Y el principal propósito de salir de ella es "contagiarse" de la "verdad", es decir, conocer la verdad.
Por tanto, romper las cadenas y salir al exterior, lo que nos conduce es a librarnos de una falsa verdad, que asumimos como propia. Salir de la cueva nos da criterio.

Sin embargo, al salir de la cueva y romper con los criterios que habíamos establecidos como propios, empezamos a crear otros, basados en nuestra "verdad".
Por tanto, salimos de la cueva, pero entramos en nuestra propia caverna. Es decir, nos liberizamos del resto, pero nos esclavizamos con nosotros mismos (que no deja de ser parte de nuestra libertad).

A modo de resumen: salimos de la cueva del otro, pero entramos en nuestra cueva.
Así que, la finalidad que tiene el salir de la cueva, se cumple a medias, pues conocemos la verdad, pero esa verdad no es una verdad universal, es nuestra propia verdad.
Y esto es importante, pues aunque tratamos de ponernos de acuerdo, no considero que haya una verdad universal, sino una o una mezcla de varias, que prevalece sobre las demás acorde a unos criterios elegidos por personas que nos pueden o no representar.


En cuanto a la segunda pregunta, si Platón creía que se podía salir de la caverna; opino negativamente, o al menos, no todas las personas.
Es mucho más sencillo, creer que todo lo que te dicen es cierto, y opinar como el resto, o de forma similar al resto; que investigar tú o crear tu propia "verdad".
Por tanto, alguien saldrá, pero la inmersa mayoría no.
De hecho, el propio Platón define varios tipos de alma predominantes en los cuerpos. Unas encargadas de las defensas, otras del primer sector y otras de la enseñanza...
Sinceramente, creo que él pensaba que salir de la cueva era un privilegio solo al alcance de las almas racionales.

domingo, 18 de septiembre de 2016

El amor, para los necios.

Su mirada se perdió en la fría noche de año nuevo.
Algunos habrían apostado a que él estaría contemplando la belleza que la Luna, acompañada de un manto de estrellas dotaba a una noche única.

Aunque lo cierto es que esa no era la razón de su melancolía.

Una vieja canción llamada "Manhattan" sonaba de fondo, y lejos de alegrar la escena; le daba mayor dramatismo.

Tras él, una gran fiesta en el interior chocaba con la tristeza de la terraza.

Había sido un año largo y duro, que había comenzado con un amor, un amor verdadero.
Casualidades de la vida o no, la había conocido bailando dicha melodía justo un año antes, en un local como en el que ahora estaba.
Juró que nunca había visto a nadie igual, irradiaba belleza y respiraba sencillez; pero era la única, al menos para él, que había conseguido eclipsar a la llena y brillante Luna.

Ahora, rememoraba como habían sido los meses pasados, mientras contemplaba como menguaba aquel satélite perfecto.
Estaba acompañado de un Martini, bebida que hacía recordar cuanto detestaba ella en lo que más tarde se convirtió.

Tras meses de besos, abrazos y promesas de amor, sus inquebrantables valores de niña sencilla se esfumaron, al ver que un rico de clase alta se interesó en ella.
Ahora tenía esa casa con piscina de la que siempre había protestado, el lujoso anillo de diamante del que siempre había dicho "es una necesidad de pijos, no algo que de verdad necesite" y ese precioso, a la par que caro, vestido verde que iba a juego con sus ojos y su pelo aterciopelado.
Se había convertido en lo que siempre detestó, y le encantaba.

Él por su parte, no pudo retenerla, pues la promesa de un amor sincero "no atrae a más que a los necios". Y en el fondo quería creer que se equivocaba, pero ¿quién quiere amor pudiendo tener dinero? Nadie, a menos, en esa sociedad de ricos y necios.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Ideales

Estoy convencido de que si preguntáramos qué es lo más poderoso que hay, muchas personas dirían el dinero. Otras quizá lo pensaran un poco y opinarían que lo más fuerte que puede tener el ser humano es poder. (De hecho, a raíz de poder se crea la palabra poderoso.)

Sin embargo, pocas personas, al menos en comparación, dirían que lo más poderoso que hay es una idea.
Nos suelen decir que el arma más fuerte es la pluma, pero ya nadie escribe con pluma. Es por eso, por lo que la mayoría se rendiría antes frente a una pistola, que frente a una palabra.

Pero las balas solamente atraviesan, mientras que las ideas calan.
Da igual a cuantas personas mates, pues esos ideales no se mancharán. Al contrario, cuanta más sangre derrames, más fuerza cogerá la idea.


Entonces, si de verdad es más fuerte un ideal que un arma, ¿por qué seguimos temiéndolas? Y ¿por qué las continuamos usando?

Porque tenemos la mente cerrada, y al igual que en una boca cerrada no entran moscas, en una mente cerrada tampoco hay sitio para ideas diferentes.

Supongo que hay muchos motivos para no pensar igual, pero creo el principal es el miedo.

Pregúntate ahora qué pasa si una mente se abre, si pierde el miedo.
¿Y si son dos? ¿Y si son miles? ¿Y si son millones?
Empiezas a captar el poder, ¡eh!
Tratan ahora de callarlos. No puedes, ¿verdad?
Es entonces cuando tratas de matarlos, pero por cada uno que muere, surgen diez que gritan más fuerte.

¿Lo ves?
"Bajo esas máscaras de carne y hueso, hay algo más. Hay unos ideales y estos son a prueba de bala."

miércoles, 31 de agosto de 2016

Democracia

Estos últimos días oigo demasiado la palabra "democracia" en discursos de políticos que lo único que buscan es embaucar al pueblo para poder adueñarse del ansiado puesto en la presidencia.
Pero, voy a plantear una pregunta; ¿sabemos realmente lo que es la democracia?

Respuestas como "es el gobierno del pueblo, dicen" o "sistema en el cual el pueblo elige a sus gobernantes" (palabras textuales de dos sujetos que han respondido a mi pregunta, y con diferentes ideales políticos) demuestran que no sabemos lo que realmente es la democracia.

En cierta medida, no tenemos culpa de creerlo así, pues nos lo enseñan desde pequeños. Además, es lo que dice todo el mundo, no pueden estar equivocadas tantas personas, ¿no?
Pero sí que es nuestra culpa, ¡claro que lo es!
Nunca nos preguntamos si es cierto lo que nos enseñan, simplemente asentamos con la cabeza como borregos.
Hay muchas cosas que cambiar, pero para ello debemos empezar cambiando nosotros.

La democracia no es "un estado político en el que todos participamos eligiendo a los que nos representan."

Para conocer el significado, empecemos por su etimología.
Proviene de la Antigua Grecia (lugar del que provenía Platón, uno de los "enemigos" a erradicar en la educación).
Está formada por dos palabras y un sufijo: Demos, que significa "pueblo";krátos, "pueblo" y el sufijo ia, que aporta el grado de cualidad.
Por tanto, se puede traducir literalmente como “el gobierno del pueblo”.
Hasta ahí, parece que lo que nos han dicho tiene razón, pero vamos a ver el significado:



Democracia, según la web “www.significados.com”, significa “forma de gobierno del Estado donde el poder es ejercido por el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de decisiones políticas.”
Hablemos ahora de los tipos, que según la web “http://definicion.de/” , existen:
- Democracia directa o pura, que es lo que se debería llamar como democracia.
Es aquella donde las decisiones son adoptadas en forma directa por el pueblo.
Es decir, los políticos son los propios ciudadanos. Es la que se estableció en la gloriosa Atenas, y es la que se pone de ejemplo cuando hablamos del termino a definir.



- Democracia indirecta o representativa, es a la que llamamos (erróneamente, pues confundimos las definiciones) democracia.
Es aquella donde las decisiones son tomadas por aquellas personas a los que el pueblo reconoce como sus representantes legítimos.
¡Anda, es como la que tenemos en España!



- Democracia participativa, que es cuando el modelo político permite que los ciudadanos se organicen para ejercer influencia directa sobre las decisiones públicas.



Dicha web (http://definicion.de/) dice a continuación de explicar las diferencias “La forma más común en la que se ejerce la democracia hoy en día es en sistemas representativos.”

(Recomiendo ver estos dos vídeos, que lo explican mejor que yo: Democracia y Democracia (2ª parte)




De todos modos, nuestra democracia representativa es una especie de democracia (pura) mal hecha.
Se supone que cualquiera, mediante los partidos políticos, puede llegar a gobernar. Entonces, ¿por qué no establecer una democracia directa y ahorrarnos los partidos?
Porque es mejor hacer una guerra de la política.
Pero, además de eso, voy a plantear otra duda, ¿por qué no formamos políticos?
Es decir, nuestro presidente es licenciado en derecho y registrador de la propiedad. El líder de la oposición (aunque ahora estemos en etapa de desgobierno) es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales.

Creo, y espero no ser el único, que tenemos un problema, tal vez sea grave. De los cinco candidatos a la presidencia del gobierno, solo hay uno, solo uno; que haya estudiado Ciencias Políticas.

Y lo más increíble de todo, es que se le juzgue por sus ideas y por su forma de vestir.
No, no soy “podemita”. Mis ideas políticas chocan con todas las posturas candidatas a la soberanía. Pero, lo que sí es cierto, es que él es el más formado para poder gobernar, y en los discursos se nota.


Tenemos los políticos que nos merecemos.” 

lunes, 22 de agosto de 2016

La máquina del tiempo.

Nunca entendió muy bien por qué no había funcionado aquella máquina.
Le había llevado mucho tiempo y dinero construirla y esta se dedicó simplemente a darle una advertencia. [...]

Tras un año soñando y recorriendo el mundo en busca de los materiales necesarios, consiguió reunir la cabina, las cortinas de seguridad (hechas de una tela especial), las gafas altamente polarizadas, el temporizador, el motor, la palanca y aquel viejo cacharro con números que recordaba de forma muy precisa a los Nokia que habitaron en la Edad Media de la tecnología móvil.

Después de haber reunido las piezas, comenzó el puzzle.
Aunque era un manitas, le costó un poco armarlo, pues eso de soldar la palanca le costó mucho más de lo que creyó.
Así que una vez acabó de pegar, soldar y atornillar los elementos, soltó una exclamación de alegría:
"¡Bien! ¡Lo más difícil ya está hecho!"

Estaba cansado, así que decidió dormir. Sin embargo, en plena noche dejó su cama y se aventuró hacia la cabina. [...]
Una vez se hubo asegurado que todo funcionaba, arrancó la terminal y escribió:

"1970"
"Madrid"

Acto seguido tiró hacia abajo de la palanca, y un sonido ensordecedor acompañado de una cegadora luz inundó dicho retículo. Cerró los ojos y esperó a que la luz se apagara.
Pero pasados unos segundos, la máquina se desplomó y el sonido, así como la luz desaparecieron.

Atónito, se quitó las gafas y asestó un golpe a la centralita donde se podía leer:

"Error"

Tras recibir el golpe, la máquina pareció responder y, antes de apagarse para siempre, dejó leer en su pantalla un mensaje:

"No quieras vivir una época que no te pertenece."

miércoles, 17 de agosto de 2016

Las preguntas.

Quizás aquel día tormentoso tenía la culpa de haber reabierto una herida o más bien reanimar una batalla; al haber contemplado aquella abadía.

Lugar de enseñanza religiosa, le hizo volver a plantearse dudas que ya parecían erradicadas, pero por las que el agua de lluvia logró filtrarse.

La religión hablaba de un Dios, sin embargo, sus devotos, al igual que él un tiempo atrás; rezaban a su Hijo, a la Madre de este y a los acompañantes del Señor, así como a los santos y a los iluminados que realizaban milagros.
Quedaba así contestada una de sus preguntas y cuya respuesta era clara: es politeísta, aunque nos hagan creer que no.

Surgió así otra pregunta: si Dios era todopoderoso, ¿por qué dotar con parte de ese poder a algunas personas?
No era un Dios justo.
Quizás quisiera más a unos que a otros, lo que lo convertía en imparcial.

Y cuando pareció haber alcanzado la paz, una utopía rearmó la batalla.
Si tan poderoso es, si tan grande es; ¿es capaz de vernos? ¿Nos verá como nosotros vemos a las hormigas, con indiferencia?

Y otro halo de preguntas retumbó en su conciencia:
¿Si le importamos, cómo se manifiesta?
<<Mediante milagros>> pensó.
¿Pero qué es un milagro: la voluntad de un Dios o la esperanza de un mortal?

Allí no acababan las preguntas con las que destrozaba las bases de aquello que le habían contado de pequeño, pero fue suficiente para aclarar lo que creía.

viernes, 5 de agosto de 2016

La magia.

Dices no creer en la magia pero sí que crees en un Dios.
Puedes llamarme iluso, pero prefiero creer que dentro de mi habita un dragón.

Quizás es raro pensar eso, pero lo cierto es que me consuela soñar que algo maravilloso vive en mi.
También tengo la osadía de pensar que en cada uno de nosotros habita un ser que nos defiende y, en cierto modo, que nos protege.

Creo que no soy el único que alguna que otra vez ha sacado fuerzas de donde no las había para seguir hacia delante. Y supongo que esas fuerzas son un préstamo, o un regalo, de nuestro ser interior.

Dicho esto, ¿por qué no piensas un poco en ello?
Tal vez te reconforte pensar que un unicornio puede ser parte de ti.

Aunque realmente sólo vivirán en ti, si como ellos; crees en la magia.
Si no lo haces, los habrás matado.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Colores.

Hay multitud de colores.
Cada uno diferente, cada cual único.
Supongo que nadie podría vivir sin ellos.

Si estás leyendo esto habrás pensado en los invidentes, y tú argumento será que ellos no ven.
Bien visto, nunca mejor dicho; pero te voy a pedir que cambies tu visión. Mira más lejos de lo que ves.

Los colores son sensaciones, sentimientos, experiencias...
Por ejemplo, el azul (mi color favorito) transmite sensación de paz y también de frío; el rojo, calor. El verde belleza y el rosa amor.
Todos conocemos esas sensaciones, los que no ven también.

Dicho esto, ¿por qué cuando hacemos una valoración suele ser gris?

¿No creéis que hay muchos más colores como para siempre quedarse con el más negativo?

martes, 26 de julio de 2016

Tributo.

El día se consume, como esa vela que queda encendida en mitad de la tarta.
Es cuestión de tiempo que se apague, que la noche llegue.

Las cenizas darán lugar a las estrellas, y esa vela olvidada será el faro que alumbra el mar. Será mi Luna, la que me guiará entre la humanidad. [...]

Ocurrió lo inevitable.
Llegó la noche, se apagó la vela y se encendió el faro.
Su luz me guía, me conduce y me protege.
Pero también me da esperanzas, porque si luz me recuerda a la del Sol, y es entonces cuando entiendo que es él.

Uno me guía durante el día y el otro me protege por la noche.

Os echo de menos abuelos, pero me queda el consuelo de que ahora estáis en el lugar que se os prometió.
Cuidaos.

jueves, 21 de julio de 2016

La batalla.

El sol comenzaba a ponerse, las nubes se iban apagando. Comenzaba a salir la luna.
La playa comenzaba a oscurecerse, pero en mitad de dicha puesta de sol, sobre el cielo naranja; el humeante filo azulado de aquella espada prendió.

El joven, asustado pero alerta, retrocedió. Estaba débil pues había salido herido de otro combate.
En su cabeza una pregunta "¿Hasta cuando esta guerra sin sentido?"
En su mano, una espada de fuego.

Enfrente suya, el otro chico. Con su espada azulada y el propósito de ser libre.

- ¿Por qué luchas? Únete a nosotros y no morirás.

La espada azul se encendió y hasta el cielo subió una pequeña columna de humo azulado.

No hubo respuesta. La decisión estaba tomada. Habría combate.

El filo rojizo atacó primero, desestabilizando la llamarada uniforme que brotaba del interior de la otra espada.

Las estocadas se alternaban. Ataque roja, defensa azul. Contraataque azul, repliegue rojo.

La luna se afirmó en el cielo y con ella las estrellas. La arena saltaba, iluminada por el calor del acero que chocaba sin parar.
A lo lejos, varias personas observaban el combate, expectantes de ver al ganador.
Las reglas eran claras: Combatir hasta morir.

Pero no es nuestra batalla. Es su batalla. Es su rebelión. Sus creencias contra su razón. No podemos opinar, no podemos juzgar. Tan sólo lo podemos aceptar.

viernes, 8 de julio de 2016

El Caballero.

Las viejas canciones hablaban de un fuerte guerrero. Valiente, fuerte, despiadado...; eran algunas de las características que enaltecían los juglares.
Sin embargo, endulcificaron la historia de aquel capitán de armadura sucia. [...]

No, no era fuerte ni valiente, tan sólo era un don Juan. Sabía qué decir para que cayeran a sus pies.
Cierta noche, llegó a la taberna de uno de los múltiples pueblos que aquel país tenía. Allí conoció a una joven alta, delgada, con unos ojos azules que tenincitaban a hundirte en ellos y un dorado cabello liso, no muy bien cuidado.
Si hacemos caso a esta descripción, estaríamos ante alguien deseado por nosotros, sin embargo, allí sólo era una más, otra que ayudaba en la taberna e iba a misa los domingos.

Decidido a cazar su siguete presa, el apuesto galán empezó su ritual. La hipnotizó rápido, o eso quiso creer él. Lo cierto, es que fue la dama quien lo engañó.

Pasaron los días y el joven empezaba a desesperarse. Él tenía un deseo carnal, pero ella solamente quería saber si lo que contaban de él era cierto.

La noche de antes de partir, entablaron una profunda conversación, de la que la chiquilla obtuvo las respuestas. Eran aterradoras.
Jamás nadie se escapó de sus brazos, mas él sólo deseaba placer.
Eso debía de acabar, pensó ella.

Al volver de la cocina se acercó a su oído y lo invitó a jugar cuando acabara su jornada.
Más tarde, esa misma noche, la chica lo llevó a la cama y el ritual empezó.

Sólo se escucharon gritos.

La mañana llegó y el joven no salía de su habitación. Llegó la tarde y el panorama no había cambiado.
Así pues, el dueño de la posada subió a despertarlo.

Horror. Eso fue lo único que pudo decir el viejo posadero de aquella imagen:
El joven degollado, bañado en su propia sangre, con una frase en su cuerpo "Jugaste a matar y acabaste muerto."

Por supuesto, los juglares cantaron otras versiones: "... mas aquel caballero de gran capa y aún mayor espada, fue derribado de su caballo en aquella estrepitosa batalla." "... Y fue así, como el joven, rodeado de enemigos, blandió su espada y acabose, lo menos, con veinticinco. Siendo este último quién le sacrificara por la espalda."

lunes, 4 de julio de 2016

Nada que enviar.

"No hay nada que me puedas enviar"
Fueron las únicas palabras que recibí en la que sabía, sería su última carta. Sólo pude aceptarlo.

Fui yo quien lo abandonó, quién decidió ir en busca de ese reflejo tan brillante y precioso, pero que no es más que eso, un reflejo; de algo que había sido objeto de anhelo de muchos.

Tal vez pensara que eso llenaría mi vacío, sin embargo, seguía con la misma sensación. Quizás solamente pensaba que estaba vacía.

Seguí viajando, a veces sola, a veces con los recuerdos de aquellas personas a los que echaba de menos...
Conocí España, Escocia, Italia y algún que otro lugar por medio de sus pueblos y de sus habitantes.
Y fue paradójico, pues esas personas de las que opinaba "no sabrán nada", resultaron enseñarme demasiado.

Una vez creí haber aprendido suficiente decidí volver. Así pues, regresé.
Conmigo sólo volvieron libros, conocimiento y un sentimiento hasta ahora caro y difícil de conseguir: Felicidad.
Cada vez la encontraba en más lugares.
En mi pequeño y juguetón perro, en las sonrisas de las personas. En la mirada de él.

Cuando me volvió a ver, después de mucho tiempo, no dijo nada. Sin embargo, sus ojos le delataron y supe que el volver a verme fue el mejor regalo que le podía traer. En el fondo, nunca dejó de amarme.

domingo, 26 de junio de 2016

Pelotas.

Llevaban un mes en alta mar.
Huían de un país devastado por una guerra en la que no habían elegido participar.

Algunos decían que ya estaban a salvo, que lo peor había pasado.
Pero faltaban comida y agua. Seguía siendo una tortura.
Los largos y calurosos días eran relevados por las cortas, pero frías noches, en las que la luna consolaba aquella miradas de miedo, tristeza y desesperación. [...]

Después de una larga semana en aquella barca, uno de sus muchos ocupantes murió. Su sufrimiento había acabado, pero antes de marcharse dejó una pregunta, cuya respuesta era la falta de esperanza.
No era su caso, no podía morir, al menos no hasta traer a su familia a salvo. Debía sacarlos de allí, era el último suspiro de fe que les quedaba mientras esperaban a morir. Así que no podía dejar que la muerte se entrometiera en su misión, no podía fallarles.

Pasaron varios meses, en los que la luna se convirtió en su mejor amiga. En todo ese tiempo hubo llantos, gritos y miradas agonizantes pero silenciosas.
Alguien gritó "TIERRA" entre esos momentos de desesperación, y su voz inundó de alegría aquel bote.
Sin embargo, no estaban a salvo. Habían escapado de una guerra ruidosa, para entrar en una silenciosa...
Los gobiernos no los querían en sus tierras, y las mafias quería explotarlos. Habían olvidado que eran personas, y aquello fue el gran fracaso de una unión creada para las personas.

No eran más que pelotas, rescatadas de un edificio en ruinas, para ser empeñadas en los tejados del mundo occidental.

domingo, 19 de junio de 2016

La primera piedra.

Allí estaba él, trajeado, con una preciosa corbata celeste y un bonito reloj; colocándose el blanco y desgastado casco de albañil que le daba licencia, aunque fueran unos minutos, de poder construir algo.

En su caso, tenía el honor de colocar la primera piedra, que se convertiría en un edificio.
Dicha estructura podría podría haber sido un hospital, donde poder combatir las enfermedades que regulan a los individuos de nuestra especie. No fue así, dejó que la naturaleza siguiera su cauce.
Podría haber sido una escuela, donde poder enseñar a respetar y no juzgar. Tampoco sería la afortunada.

Esa era la primera piedra de un gran casino, que en lugar de educar lo único que enseñaría serían las malas artes, la desesperación y enfermedad.
Lo único que importaba era el dinero, las familias rotas daban igual, las deudas eran una escusa para poder requisar los pocos bienes valiosos de una humilde familia.

Allí estaba él, trajeado, con una preciosa corbata celeste y un bonito reloj; con el blanco y desgastado casco en su cabeza y la piedra esperándolo a pocos metros.
Pero en su ser había algo más, culpabilidad.

Sabía que la primera piedra era la más difícil de poner, ya que era la puerta hacia un lugar; pero aquel casino no era el suyo.
En un acto de rebeldía y valentía decidió quitarse el casco, y lo lanzó, golpeando fuertemente a aquel ladrillo que, como un acto reflejo, se cayó de aquel atril en el que estaba. Se escuchó un sonido peculiar y lo que quedó fueron los trozos asimétricos anaranjados.

Aquel fue su primera piedra, no hacia un casino, sino hacia otro lugar, lejos de allí.

sábado, 11 de junio de 2016

El bolígrafo de oro.

En aquella ocasión todos estaban trabajando.
La panadera terminaba de hornear el pan que vendería antes de cerrar,  el estudiante agonizaba en la última hora de clase de un jueves impregnado en la rutina.

El banco comenzaba a cerrar sus puertas, para ellos la jornada laboral había terminado.
A pocos metros de la casa de hipotecas y comisiones, esperaba ella la luz verde que le permitiera llegar al otro lado de la calle sin tener que esquivar a los coches.

En su cabeza solo había felicidad, pues acababa de entrar en la carrera que quería, además, con buena nota.
Iba en dirección a una vieja tienda de utensilios de escritura, que se encontraba en un pequeño callejón; donde conseguiría la que, sin saberlo, sería su mejor compañera de viaje.


Amaba escribir e informar, por eso hacía tiempo que visitaba aquella vieja tienda, lugar donde residía un precioso y caro bolígrafo de oro.
Deseaba aquel bolígrafo, y había estado ahorrando para poder comprárselo como premio por entrar a la universidad.
Sin embargo, cuando fue a pagar, el viejo y sabio dependiente, le aconsejó que no se lo llevara.
"Las apariencias engañan, y este bolígrafo, que parece tan bonito, en realidad no sirve para escribir".
La joven cambió el semblante al recibir la advertencia de su viejo amigo, pero siguió adelante con la compra. Así que lo pagó y se fue hacia casa.

Cuando llegó a su cuarto, abrió la cajita donde estaba el lujoso bolígrafo, y encontró un regalo del hombre. Una estilográfica, no tan bonita ni pesada, pero a su vez hermosa; de la que la chiquilla se olvidó.
Pasaron los meses, y el bonito bolígrafo acabó por decorar una mesa llena de papeles, mientras que la desapercibida consiguió el primer papel, pues no fallaba y era mucho más cómoda de usar. Además, ella le daba un toque distintivo a sus apuntes y trabajos, que hacía muchísimo más bella la labor de estudiar.

miércoles, 8 de junio de 2016

La chica del norte.

En aquella noche se encontraba sentado en una roca, contemplando con anhelo su  coche, a un metro de él. Añoraba esas noches donde el asiento del copiloto estaba ocupado por una figura femenina.

De eso hace ya tiempo, ahora ella vive en otra ciudad. Y él canta aquella vieja canción recordándola, con lágrimas en sus ojos y una amarga cerveza en su mano. Pero, de algún modo feliz, pues ella fue capaz de perseguir sus sueños.

De vez en cuando le escribe, diciéndole lo feliz que es allí, en el norte, donde no solo había encontrado frío, sino también la vida que de joven se imaginaba. Era la princesa de un pequeño pisito donde un perro hacía de Cancerbero, y un apuesto chico le ayudaba a mantener el control sobre la prole. Dos niños, un tanto rebeldes; y una chica que de mayor seguramente sería una rompecorazones.

En aquella noche, recibió uno de sus mensajes. Lo leyó y mirando a la rueda desgastada de su viejo Cadillac recordó aquella vieja canción que narraba una historia similar a la suya.
Miró entonces al cielo y sólo pudo decir una cosa: "Frío viento del norte, dale recuerdos."

martes, 7 de junio de 2016

El precio de volver.

Era una mañana fresca, como todas las de ese mes. Pero aquella era la del aniversario de la marcha de aquel joven a aquella maldita guerra en el confín del mundo, rodeado de polvo, balas y sangre. 
Dos años hacía que su patria había pedido los servicios de aquel niño que se alistó a cambio de unas pelas para poder avanzar hacia lo que él llamaba “libertad”.

En torno a las 7.45 de la mañana sonó el timbre, algo extraño, que rompería para siempre la paz desconsoladora de aquella tranquila casa. Sin embargo, la radio llevaba sonando desde hace varios minutos, señal de que la dueña estaba despierta; de aquel cacharro salían estruendos parecidos a los sonidos de las bombas, lo que dio lugar a la confusión e hizo que el chico llamara una segunda al timbre. Esta vez interrumpió el boletín matinal sobre la guerra. Estaban ganando, pero esa victoria momentánea era a costa de muchas vidas.

¡Ya va! exclamó el ocupante de aquel edificio, aunque el mensaje no llegó al receptor, lo que concluyó en un tercer toque. ¡YA VA! gritó, mientras se anudaba el cinturón de la bata. 

Cuando abrió aquella puerta con doble cerradura un temporal inundó la casa, y como si de una tormenta tropical típica del pacífico se tratara, empezaron a llorar. 
Fue la reacción de dos personas que se querían tras estar dos años separados. Ambos se abrazaron en un cálido abrazo, en el que se mezclaban el olor a arrepetimiento, sangre y repugnancia; con el dolor, el miedo y la desesperación. 
Tras unos minutos se separaron, se secaron y se observaron: 
Ella tenía más arrugas, fruto de la preocupación; él, por su parte, traía varias vendas que tapaban heridas profundas, aunque él sabía que pronto cerrarían, había una que jamás lo haría. Era el precio que tenía que pagar por estar de vuelta. 

Tras aquel leve vistazo, ella reconoció el profundo dolor de aquel hombre en sus ojos y volvió a abrazarlo; esta vez era un abrazo de consuelo, y mientras ella lo abrazaba, él dijo: “Te quiero mamá”. […]

Pasaron los meses, los años. La guerra acabó. Sin embargo, nunca fue capaz de olvidar a todas aquellas personas que caían inertes a su lado. Las veía cada noche, estaban en su cabeza.

Era el precio de volver.

sábado, 28 de mayo de 2016

La conclusión.

El verano estaba comenzando a llegar y con él, no solo el buen tiempo ni los turistas, con él también venía el final del camino. 
Había sido difícil de recorrer, de hecho, lo seguía siendo; no solo por la inclinación de sus cuestas, sino también por todos los obstáculos.
Afortunadamente, un buen camino lo es gracias a ellos, pues nos obligan a mejorar para poder pasarlos. 

En su diario se repetía la misma pregunta cada pocas páginas: ¿De verdad estoy equivocado? 
Nadie en su sano juicio haría lo que él, pero, en cierto modo, es eso lo que recordamos. A los locos. 
En su libro de historia salía un tal Napoleón, un hombre bajito, pero que fue capaz de conquistar Europa. También hablaban de un tal Cid, héroe de una reconquista…
Pero él no saldría en ningún libro de historia, si acaso, sería recordado como el “chalado” que decidió coger el camino complicado, en lugar de fácil.
Sabía que era raro. Pasaba como con el helado, siempre, desde pequeño, amaba el helado de chocolate, pero un día probó un nuevo sabor y cada vez que tenía ocasión tomaba aquella crema congelada. 

Aquel camino se acababa, atrás dejaba grandes personas y buenos compañeros, pero pronto empezaría otro camino, tal vez mayor; y aquella duda seguía rondando en su cabeza, cada vez de forma mayor. Pero a raíz de ella, surgían más preguntas sin respuestas. 
Aunque, tal vez si existiera una contestación a sus interrogantes: Cree. 
La fe ha sido la respuesta a miles de cuestiones a lo largo de la historia, y tal vez sirviera una vez más. 
Sólo el tiempo tiene el poder de darnos las respuestas a las preguntas que miran al futuro, y, a cambio de la respuesta, nos pide paciencia y fe.
Tal vez nunca saldría en los libros de historia, pero compartía algo con aquellos hombres, conocía el poder del ser humano: Creer en sí mismo.


El tiempo juega con nosotros y no nos permite saber para que nos servirán las cosas. Pero nosotros tenemos la opción de decidir creer que serán útiles o no, ese es nuestro poder, esa es nuestra victoria.

sábado, 7 de mayo de 2016

La entrevista.

Era una mañana cálida de principios de verano. El sol empezaba a despertar y a saludar a los habitantes de aquella ciudad. Las calles respiraban un tranquilidad extraña de no ser por la hora que era, al igual que su bloque. La piscina estaba vacía, sus vecinos en total silencio y los pajarillos comenzaban a entonar su dulce canción que combatía a los molestos despertadores.

Sin embargo, él ropía aquella postal de calma.
Tenía una entrevista para trabajar en una importante empresa nacional e iba tarde. Se había quedado dormido y no había tenido tiempo de desayunar. De hecho, salió de su casa con las tostadas en la boca, el maletín en una mano y el traje gris pálido mal colocado.
Bajó las escaleras a todo correr, con fortuna de no caer rodando en más de una ocasión, y como si de un acróbata del circo se tratase, logró saltar el último tramo de escaleras de un gran salto y aterrizar de pie e inclinarse, a la par que abría su coche, que lo esperaba a 5 metros de aquel improvisado escenario. Era él mismo, siempre que podía lo hacía (siempre que nadie rondara la zona, para impedir burlas).

Dos minutos después de aquel acto, cual rayo en mitad de una tormenta, su coche recorría con velocidad las, todavía, vacías calles de la ciudad.
A lo largo del camino, cuanto más se acercaba a su objetivo, aquella enorme edificación localizada en el centro del distrito comercial; iba perdiendo fe en sí mismo.
Era la tercera entrevista, en busca de un trabajo, que además de no gustarle, posiblemente tampoco le garantizaría una estabilidad en su vida.
Estaba cansado de todo aquello, pero, ¿qué remedio existía para él? Había opciones, siempre las hay. Aguantarse con lo que tenía, o buscar nuevas cosas, dejando atrás todo aquello...


La entrevista fue un desastre. Llegó tarde y no encajó en el perfil que buscaban, de hecho, acabó peleandose con el hombre, también trajeado, que lo martirizó aquella mañana.
Estaba demoralizado, hundido. Otro fracaso cosechado en busca de un prometido trabajo que no llegaba.
Mientras se arrepentía de haber votado a aquellos que les hsbían prometido una función bien pagada a cambio de tiempo y, por supuesto, su voto, encendió la radio.

Bendita elección. Posiblemente aquella desición fuera lo único postivo que había ocurrido en aquella mañana.
Ahogado en sus penas, una canción consiguió cambiarle el semblante. Era la magia de la música.
Esa canción fue como un hechizo. Tenía un mensaje positivista que te animaba a buscar la felicidad y a no rendirte. [...]

Arrancó el coche, y en lugar de regresar a casa, decidió que hoy tocaba coinducir sin dirección, disfrutando de cada kilómetro, de cada metro, de cada segundo que controlaba aquella máquina con ruedas.
Condujo durante horas, hasta que anocheció. Al salir las estrellas, aparcó el coche y se tumbó en el capó.

No era una noche fría y eso le ayudó a contar las estrellas, luceros que aquella noche eran sus sueños. Y al ver la luna supo que aquella noche le tocaba ser feliz, y que ese místico satélite era el guía que le llevaría hacia sus sueños, muchos de ellos imposibles; pero que en un conjunto, darían lugar a las estaciones que el tren, al que él llamaba vida, recorrería.

viernes, 22 de abril de 2016

El sueño.

Era un caluroso y soleado día de verano, de hecho, la última semana había sido igual. Radiante y ardiente, como si de un dragón ardiente se tratara, el sol escupía en lugar de rayos chorros de fuego. 

Llevaba varias semanas en alta mar, buscándola. Había salido de una pequeña caleta de la costa mediterránea en un día de luna llena. Pero ya estaba próxima la luna menguante. 
En todo ese tiempo atravesó las Columnas de Hércules, guiándose gracias a un viejo mapa de la época de los más grandes sabios.

Soportó tormentas y venció en una lucha sin cuartel a los monstruos de la razón que atentaban contra su sueño. La buscaba, como muchos otros antes que él; sin embargo él se lo había jugado todo por ella. La deseaba con todo su ser. Era un hombre codicioso. 

En una de las muchas noches que pasó bajo aquel manto de estrellas tuvo la visita de su mujer, que le pedía que volviera con ella, que olvidara aquella vieja leyenda para niños y regresara a aquella vieja ciudad donde sus sueños no eran más que ilusiones rotas.
Otra noche, esta vez más fría y tenebrosa que la anterior fue un ser extraño quien desembarcó en su sueño. Era mitad hombre, pues tenía piernas y brazos; pero también poseía branquias y escamas y portaba un tridente. Se hacía llamar Poseidón, pero poseía el rostro de su hijo.
Él le advertía del peligro que corría si la encontraba. "Muchos han sido los valientes que la han buscado. Ninguno de ellos ha sobrevivido. Vuelve, aún estás a tiempo."
Pero ninguna de aquellas apariciones le hicieron cambiar el rumbo. La amaba. 

Muchos no hubieran apostado ni un mísero céntimo por él, pero pasaron varias semanas hasta que por fin estaba sobre el lugar que tantos años había deseado. La había encontrado. 

Se armó de valor y cogió su submarino. Tardó unos minutos en llegar a la profundidad adecuada y una vez allí, bajo el mar, pudo contemplar uno de los mayores secretos que jamás serán descubiertos. 
Se acercó lentamente y cuando casi podía tocarla, empezó a desvanecerse. 
Las luminosas luces azuladas dieron paso a la oscuridad, y aquella silueta de perfección desapareció. 


"Buenos días cariño" escuchó, y al abrir los ojos supo que todo había sido un sueño. 

lunes, 18 de abril de 2016

El ocaso.

El día estaba acabando. Con él llegaba el ocaso, y mientras ella contemplaba el ocaso, escuchaba aquella dulce canción que se titulaba "Too far". Y resultaba irónico que aquel fuera el título de aquella canción, porque bien podría ser el título que recibiría su mirada, perdida entre aquel manto mezcla de naranja y rosa que perfectamente podría ser la entrada al cielo. O el título del libro que podría escribir simplemente plasmando sus pensamientos en papel...

Pero aquella canción lejos de entristecerla, la animó a viajar. Y fue muy lejos simplemente mirando el cielo.
Donde otros solo veían un manto anaranjado, ella veía una oportunidad.
La oportunidad de volar. La oportunidad de cumplir un sueño.
Porque aquella estampa era el momento idóneo para ser como ella quería ser. Para ser como ella era.

Fue gracias a aquella instantánea y a su poder para ver más lejos y de entender los pequeños momentos lo que le sirvió para descifrar el código de su verdadero sueño, que decía: "Acepta las críticas, pero no las opiniones. Estas últimas pueden convertirte en una simple copia".

Nota: la canción es " Too far" de Anna F.

miércoles, 6 de abril de 2016

La búsqueda.

Aquella mañana nublada de un mes de mayo decidió coger su viejo petate y salir a buscarla.
Y eso es lo que hizo. Cogió su "cruz" y como si de un penitente se tratara se echó a andar.

No tenía rumbo, no tenía dirección, solo le quedaba un recuerdo, una canción y una frase que tarareaba cada vez que llegaba al siguiente pueblo.

Recorrió primero su ciudad, y varias horas después de emprender la expedición llegó a aquel descuidado camino de grava y tierra que lo llevaría al primer pueblo.
Allí estuvo un día, y al acabar la jornada dijo aquella frase: "todavía no he encontrado lo que estoy buscando".

Un par de días más tarde llegó a otro pueblo. Allí obtuvo el mismo resultado.
Pasaron las semanas, y aquel joven y cuidado ciudadano pasó a ser un caminante. Siempre con ganas de seguir buscando, siempre con aquella canción en su cabeza. Había veces que incluso la tarareaba...

Así pasaron los meses, y con ellos el final del verano y aquel misterioso lugar.
Él no sabía que lo que buscaba estaba allí, pero ese es el misterio de una búsqueda a ciegas.
Allí estaba, sentado en un bar, cuando la camarera se acercó a pedirle la comanda.
Pero ella al ver el cansancio en sus ojos quiso saber la razón que escondía aquel misterioso "forastero" (que sería su apodo desde entonces). Así que trajo un cenicero y se sentó con él para conocerlo.

Tras una agradable charla, la "ciudadana", como era conocida en aquel pueblo, descubrió que aquel joven era rico, muy rico.
Lo que no sabía es que era el hombre más pobre del mundo.

Sin embargo, acababa de encontrar la mayor fortuna que jamás podría tener, y estaba allí. Sentado junto a él y había depositado con cuidado en la mesa un cenicero.
Algunos lo llamaron amor, pero él lo que sentía era una profunda admiración por aquella "ciudadana". Pues consiguió rechazar el dinero y quedarse en aquel lugar.

Pero esa admiración no era lo que buscaba. Nadie sabía que buscaba, ni él mismo, hasta que lo encontró todo en aquel mágico pueblo.

jueves, 31 de marzo de 2016

El ciego

Aquella muchacha era la esperanza de toda una población. Apenas alcanzaba los 30 años, tenía los ojos oscuros, como el carbón. Un cabello moreno, que chocaba con su blanca piel, pero que iba a juego con su mar de lunares.
Hacía poco que había acabado su formación. En aquel lugar, tras acabar los estudios elementales eras clasificado según tus aptitudes y aprendías durante diez años, desde los quince hasta los veinticinco; la que sería tu profesión durante el resto de tu vida.

Ella era única, no encajaba en ningún trabajo, así que tuvo la oportunidad de elegir por ella misma.
Decidió estudiar a los antiguos y tratar de responder sus preguntas.

Al principio se burlaban de ella, pues la opinión popular, que a veces es necia, se centraba en recordarle la "inutilidad" de su actividad.
Fueron unos años difíciles, en los que pronto descubrió que no hay más ciego que quien nació con todo puesto en su frente.

Sin embargo, se dio cuenta de que la necesitaban, a ella y a los locos que siguieron sus pasos o que recorrieron el camino antes que ella. Eran ellos quienes ponían las metas, y el resto quien trataba de alcanzarlas.
Por eso la necesitaban, necesitaban metas. Necesitaban que alguien le diera la vuelta a su mundo y así poder buscar las cosas que están detrás de cabeza.

sábado, 26 de marzo de 2016

El tiempo.

Aquella no sería una moche especial de no ser por el hecho de que el reloj se adelantaría. Tal vez ese gesto sería algo insignificante, sin importancia; pero él tenía el poder de ver en los pequeños gestos de la vida mucho más allá.

El reloj marcaba la 1:57, faltaban tres minutos para la hora "h" y fue entonces cuando de su cabeza brotó la idea del tiempo. ¿Qué era el tiempo?
Para algunos autores clásicos, el tiempo era algo lineal, para otros, era un bucle que se repetía. Para los científicos contemporáneos, una dimensión. Para él y para muchas personas, una deuda.

Todo el mundo desea tener más tiempo, es algo muy valioso, tanto, que incluso los sabios de las épocas más remotas se dieron cuenta: "El tiempo es oro".

Repitió aquella frase en voz alta un par de veces, mirando a la nada. Después otras tantas para sus adentros, y entonces supo que el mayor anhelo del hombre era de poder manejar el tiempo nunca sería posible, por mucho que adelantaran o retrasaran las horas.

El tiempo era el instrumento que organizaba el resto de cosas. No se podía manejar, pues siempre avanzaba hacia delante sin la capacidad de retroceder o viajar hacia el futuro.

Aquel era su secreto más preciado, y sólo lo conocían su viejo reloj y él.

sábado, 19 de marzo de 2016

Los ases.

Aquella era una noche de tormenta, sin embargo era un día único en el calendario. Para cualquier otra persona el 20 de mayo no tendría especial relevancia, si acaso, coincidiría con algún cumpleaños o boda; pero para ellos cuatro, aquel día señalado en rojo era un momento de recuerdo.

Sus vidas se separaron al estallar la guerra en su país, conflicto que además de vidas de inocentes, se llevó la tradición de estos cuatro señores.
Cada sábado se reunían en el bar de su pueblo a jugar al póker, acompañando la velada con una copa del mejor whisky escocés.

Al comienzo de la contienda, un 20 de mayo de hace unos treinta años, acordaron que cada año irían al bar mas cercano y se echarían un solitario, acompañado de una copa de aquel preciado licor; con la condición de que cuando uno de los cuatro integrantes del grupo muriera, quitaran un As en su memoria.

Pasaron veinte años, la guerra terminó hace diez, pero aquel país no era un lugar para aquellos viejos... Veinte años en los que los cuatro jugadores resolvieron aquel reto con todas las cartas. Sin embargo, aquel año fue un momento triste, pues sería el primer año en el que solo jugarían tres, el primer año con un as menos.

Fue aquel año cuando él descubrió que, aunque se pudiera jugar perfectamente sin ese as, era aquella carta la que le daba sentido al juego.

lunes, 14 de marzo de 2016

El pescador.

Aquella mañana era fría, no solo por la temperatura, sino más bien por la situación.
El barco salía a las 7.45 de la mañana, en él irían unos 10 marineros en busca de pescado que poder recolectar, para meses más tarde, venderlo a una multinacional y que ellos se encarguen de hacer consumibles baratos.

Tenía fe en que su familia fuera a despedirse, iba a ser un largo viaje, en el que iba a estar solo y quería llevarse un recuerdo de ellos, un abrazo.
Pero era una familia rota. Sus padres querían una cosa para su hijo, él en cambio, optó por seguir su propio camino, senda que le iba a llevar a estar varios meses en alta mar mojado y luchando, junto con sus compañeros, por traer de vuelta un par de toneladas de pescado […]
Como era de esperar, ningún familiar estaba allí para despedirse. Habían un par de viejos amigos, a los que invitó a un café, pero nadie más.


Pasaron los meses, y hubo tormentas, muchas tormentas; aunque también salía el sol de vez en cuando. Pero sobre todo, tuvo mucho tiempo para sí mismo, para pensar en todo… Y pensó en ellos, en sus padres.
No necesitó un proyector, pues aquel drama se lo sabía de memoria. Suponía que aquella situación era el fruto de un árbol que tenía un cúmulo de circunstancias como hojas, situaciones, que lejos de arreglar las cosas, lo único que hacían eran destrozarlas. Era la magia humana, capaz de destrozarlo todo.

Pero no perdió la fe, y un día regresó de aquella aventura, con un repugnante olor a pescado, las manos agrietadas y secas; y una medio sonrisa en la cara. Volvía a tierra, volvía a su hogar, volvía a aquella guerra que los estaba matando a todos.
Posiblemente aquel conflicto era culpa de ambos bandos, o igual solo era un cúmulo de circunstancias.


Aquella historia no tendría final feliz. En una guerra nadie gana, y aunque ellos lo sabían, también conocían que el perdón no arregla las cosas.

jueves, 10 de marzo de 2016

El cenicero.

Había sido un día nublado, tanto en el exterior, donde los transeúntes paseaban con miedo a que lloviera; como en su interior, donde sus sentimientos, enfrentados, disputaban entre ellos para tomar la decisión correcta.
Si hubiera llegado hace poco a aquel lugar no le hubiera importado dejarlo atrás despidiéndose de sus conocidos. El problema es que una parte importante de su vida estaba allí.
Llegó huyendo de si misma, con la intención de encontrar en aquel pueblecito una pizca de su esencia, algo que le ayudara a crecer. Pero aquel no era un pueblo normal, era un lugar mágico.

El primer día pensó que no sería bien recibida, ya que rompería con la postal tradicional del pueblo; pero no solo eso no ocurrió, sino que, con la magia de aquel lugar, fue bienvenida con los brazos abiertos, y gracias a los magos de aquella villa, se sintió una más desde el primer día.

Rápidamente encontró un trabajo, algo con lo que poder pagar el alquiler, y darse algún capricho de vez en cuando, aunque en el pueblo lo único que hubiera fueran cosas caseras y complementos acordes con la moda del lugar. Su ocupación no era algo muy prestigioso, pues solamente servía copas en el bar del pueblo, pero si que le sirvió para enriquecerse de las historias que le contaban.
Como buena psicóloga que era, escuchaba a los clientes que iban tarde tras tarde a ahogar sus penas en alcohol. Amaba aquello.
No ganaba mucho económicamente, pero le reconfortaba ser capaz de ayudar a los pueblerinos que no pasaban por su mejor etapa, alegrarse con las alegrías de ellos, e incluso poder llorar con las historias de amor de los más ancianos.

Las personas de aquel pueblo pronto empezaron a cogerle cariño a aquella “ciudadana”, como ellos la llamaban, que había querido cambiarlo todo por empezar de cero allí, y por acompañarlos en sus tardes de brisca, cinquillo o dominó.

En aquel lugar mágico, había descubierto la esencia de la vida, y había cambiado y aprendido mucho, gracias a ellos.
Aprendió lo que era el amor verdadero, gracias al grupo de “abueletes”, como ella los llamaba cariñosamente, que le contaban historias donde ellos eran los protagonistas.
También aprendió el valor de las cosas, cuando vio al dueño del local regalándole a un viejo conocido un cenicero. Podría ser un recipiente normal, pero aquel guardaba en su interior las cenizas de una gran amistad.

Pero no solo ella consiguió cosas de ellos, aquellos hombres y mujeres que se relacionaban día a día con ella obtenían una visión diferente de las cosas.
Los más jóvenes, por ejemplo, deseaban abandonar aquella zona y emprender un nuevo camino que les llevase la ciudad, pero tras hablar con ella vieron que lo que ellos tenían era mucho más valioso que lo que cualquier ciudad podría tener.



Sin embargo, aquella noche en la que sus sentimientos estaban encontrados, debía tomar la mayor decisión de su vida. Le había llegado una oferta de trabajo para realizar lo que realmente le gustaba, ganando una fortuna. A cambio, debía olvidar esta villa, marcharse del pueblo. Dejar una parte de ella, tal vez la mejor, en un cenicero del bar donde trabajaba.

domingo, 6 de marzo de 2016

Las máscaras.

Llegaba tarde, esa noche era la fiesta más importante del año. El baile de máscaras.
Cuando llegó al lugar, le recibieron con un refrigerio a la entrada; bebida que por educación no rechazó.

El viejo palacio, a la par que lujoso,  alojaba a por lo menos mil habitantes de aquel pueblo, todos con sus bonitas máscaras.
Hacía una temperatura envidiable, aunque por aquella zona, abril era un tiempo cálido.

Lo cierto es que él no quería llevar máscara,  pero todo el mundo le felicitaba por la calidad y la belleza de la suya. De hecho, podría ganar perfectamente el concurso de máscaras.
Sin embargo, decidió quitársela. Y es lo que hizo, la arrancó de su joven cara y la tiró con  desprecio hacia el suelo. Pero aquel acto fue la oportunidad para que alguien recogiera el objeto y ganara el premio a mejor máscara, que además de fama le daba dinero [...]

Se acercó la hora del baile, y con ella, la sala principal se fue llenando de máscaras de todos los colores además de una explosión, resultante de la mezcla inflamable de los diferentes perfumes...

Al compás de la música las parejas bailaban de forma mística, hacia delante, hacia atrás...
Y en un lado de la sala estaba él, con la cara descubierta, mirando a todos lados con temor a que vieran que era el único verdadero en aquel lugar.
Pero en uno de esos movimientos de su cuello, sus ojos encontraron la mirada perdida y triste de una chica, que ocultaba su tristeza bajo un precioso antifaz rosado.
Fue un solo segundo en el que sus ojos marrones reconocieron el dulce azul de su mirada. Y aquel momento fue suficiente para que ella dejara atrás su máscara, junto a ella, la tristeza.
Ya no tenían miedo, ya no estaban tristes; y, aunque les cerraron las puertas del cielo, sabían que en aquel lugar lleno de ángeles,  los únicos querubines eran ellos.


viernes, 4 de marzo de 2016

El cigarrillo.

Y encendió un cigarrillo y se tumbó en la suave arena, que podría haber sido un manto de seda, si no llega a ser porque los pequeños granos se escapan de la prisión de sus dedos al ser recogidos con suavidad.

Decidió perderse en las estrellas mientras consumía lentamente aquel mortífero placer. Absorta en la galaxia de sus pensamientos, no sabía qué era más letal, si aquel mar de dudas que le inundaba el corazón y que luchaban con las respuestas que daba la razón; o si ese pequeño producto elaborado a base de tabaco y demás componentes cancerígenos.

A aquel viaje le acompañaban notas musicales, canciones que resonaban en su cabeza, y que salían fuera, dando forma a las caladas de humo que luchaban por salir de aquella prisión.

Sin embargo, eran sus ideas lo que la consumía, y no aquel pobre utensilio de disfrute que sostenía con cierto desinterés entre sus labios.
Tenía un dilema, su cabeza opinaba una cosa, su corazón otra; y entre ambos, ella, que era la que debía de actuar. Rápido.


Pero aquella indecisión la hizo consumirse, mientras apuraba aquel cigarro, mientras salían de ella las últimas notas de un rezo de esperanza que no termina bien, mientras en su cabeza, la canción daba un giro triste y melancólico y terminaba apagándose.

domingo, 28 de febrero de 2016

El soñador.

Era una dulce tarde de septiembre, con una leve brisa marinera que más que frescor, aportaba libertad. El sol se empezaba a esconder, y el cielo parecía un lienzo en el que una preciosa combinación de colores anaranjados y rosados contrastaban con el desorden de bandadas de pájaros volando en todas direcciones en busca de su hogar.
En aquel acantilado estaba él sentado, contemplando aquella escena, que perfectamente podría ser la definición de tranquilidad, satisfacción o paz. No importaba nada ni nadie.

Sin embargo, a la vez que miraba a la nada, pensaba en todo. Todo lo que le trajo aquel verano, todo lo que le traerían los siguientes meses, y también soñaba.
Soñaba con algún día poder casarse con aquella chica altita e inteligente a la que se quedaba absorto contemplando cuando ella no lo veía.
También soñaba con todo lo que iba a ser en la vida: el médico que más vida salvará, el investigador que descubrirá la cura contra una importante enfermedad, o por qué no, el arqueólogo que encuentre aquella misteriosa a la par que mágica ciudad sumergida en el fondo del océano.

Pero también se acordó de sus familiares que ya no estaban con él. Sus abuelos, a los que echaba enormemente de menos.
Mientras se acordaba de ellos con lágrimas en los ojos, deseó que aquel momento fuera eterno, ya que volvía a abrazarlos con una gran sonrisa en la cara.

Tras esa breve llovizna propinada por la melancolía, volvió a su cara una sonrisa radiante como el sol.
Se imaginaba siendo abuelo de unos maravillosos nietos, de hecho, la postal era la de una cena de Nochebuena todos reunidos en la mesa cenando, y a su lado, ella.

En su cabeza, a la película acompañaba la banda sonora de “Shake shake go” (un grupo de música “rara” que le encantaba) y su canción “England skies”, y aunque estaban en un lugar de la costa mediterránea, aquella canción encajaba como si hubiera sido diseñada acorde a acorde para aquel momento y lugar.

Eran sueños de niños, pero era amor verdadero. Tal vez por eso aquel momento era perfecto, porque en el fondo, aquella tranquilidad le permitía ser el director de una película que tal vez no se rodaría, pero que era su favorita.
Eran delirios de un soñador. Pensamientos que chocaban con la realidad, pero que él amaba.

Eran sueños.