miércoles, 8 de junio de 2016

La chica del norte.

En aquella noche se encontraba sentado en una roca, contemplando con anhelo su  coche, a un metro de él. Añoraba esas noches donde el asiento del copiloto estaba ocupado por una figura femenina.

De eso hace ya tiempo, ahora ella vive en otra ciudad. Y él canta aquella vieja canción recordándola, con lágrimas en sus ojos y una amarga cerveza en su mano. Pero, de algún modo feliz, pues ella fue capaz de perseguir sus sueños.

De vez en cuando le escribe, diciéndole lo feliz que es allí, en el norte, donde no solo había encontrado frío, sino también la vida que de joven se imaginaba. Era la princesa de un pequeño pisito donde un perro hacía de Cancerbero, y un apuesto chico le ayudaba a mantener el control sobre la prole. Dos niños, un tanto rebeldes; y una chica que de mayor seguramente sería una rompecorazones.

En aquella noche, recibió uno de sus mensajes. Lo leyó y mirando a la rueda desgastada de su viejo Cadillac recordó aquella vieja canción que narraba una historia similar a la suya.
Miró entonces al cielo y sólo pudo decir una cosa: "Frío viento del norte, dale recuerdos."

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