viernes, 8 de julio de 2016

El Caballero.

Las viejas canciones hablaban de un fuerte guerrero. Valiente, fuerte, despiadado...; eran algunas de las características que enaltecían los juglares.
Sin embargo, endulcificaron la historia de aquel capitán de armadura sucia. [...]

No, no era fuerte ni valiente, tan sólo era un don Juan. Sabía qué decir para que cayeran a sus pies.
Cierta noche, llegó a la taberna de uno de los múltiples pueblos que aquel país tenía. Allí conoció a una joven alta, delgada, con unos ojos azules que tenincitaban a hundirte en ellos y un dorado cabello liso, no muy bien cuidado.
Si hacemos caso a esta descripción, estaríamos ante alguien deseado por nosotros, sin embargo, allí sólo era una más, otra que ayudaba en la taberna e iba a misa los domingos.

Decidido a cazar su siguete presa, el apuesto galán empezó su ritual. La hipnotizó rápido, o eso quiso creer él. Lo cierto, es que fue la dama quien lo engañó.

Pasaron los días y el joven empezaba a desesperarse. Él tenía un deseo carnal, pero ella solamente quería saber si lo que contaban de él era cierto.

La noche de antes de partir, entablaron una profunda conversación, de la que la chiquilla obtuvo las respuestas. Eran aterradoras.
Jamás nadie se escapó de sus brazos, mas él sólo deseaba placer.
Eso debía de acabar, pensó ella.

Al volver de la cocina se acercó a su oído y lo invitó a jugar cuando acabara su jornada.
Más tarde, esa misma noche, la chica lo llevó a la cama y el ritual empezó.

Sólo se escucharon gritos.

La mañana llegó y el joven no salía de su habitación. Llegó la tarde y el panorama no había cambiado.
Así pues, el dueño de la posada subió a despertarlo.

Horror. Eso fue lo único que pudo decir el viejo posadero de aquella imagen:
El joven degollado, bañado en su propia sangre, con una frase en su cuerpo "Jugaste a matar y acabaste muerto."

Por supuesto, los juglares cantaron otras versiones: "... mas aquel caballero de gran capa y aún mayor espada, fue derribado de su caballo en aquella estrepitosa batalla." "... Y fue así, como el joven, rodeado de enemigos, blandió su espada y acabose, lo menos, con veinticinco. Siendo este último quién le sacrificara por la espalda."

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