miércoles, 17 de agosto de 2016

Las preguntas.

Quizás aquel día tormentoso tenía la culpa de haber reabierto una herida o más bien reanimar una batalla; al haber contemplado aquella abadía.

Lugar de enseñanza religiosa, le hizo volver a plantearse dudas que ya parecían erradicadas, pero por las que el agua de lluvia logró filtrarse.

La religión hablaba de un Dios, sin embargo, sus devotos, al igual que él un tiempo atrás; rezaban a su Hijo, a la Madre de este y a los acompañantes del Señor, así como a los santos y a los iluminados que realizaban milagros.
Quedaba así contestada una de sus preguntas y cuya respuesta era clara: es politeísta, aunque nos hagan creer que no.

Surgió así otra pregunta: si Dios era todopoderoso, ¿por qué dotar con parte de ese poder a algunas personas?
No era un Dios justo.
Quizás quisiera más a unos que a otros, lo que lo convertía en imparcial.

Y cuando pareció haber alcanzado la paz, una utopía rearmó la batalla.
Si tan poderoso es, si tan grande es; ¿es capaz de vernos? ¿Nos verá como nosotros vemos a las hormigas, con indiferencia?

Y otro halo de preguntas retumbó en su conciencia:
¿Si le importamos, cómo se manifiesta?
<<Mediante milagros>> pensó.
¿Pero qué es un milagro: la voluntad de un Dios o la esperanza de un mortal?

Allí no acababan las preguntas con las que destrozaba las bases de aquello que le habían contado de pequeño, pero fue suficiente para aclarar lo que creía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario