Su vida es un ciclo;
se levanta, desayuna, se viste y se marcha. Todos los días igual,
pero cada día diferente. Sabe que el mundo no está bien, su propio
país, por ejemplo, está indeciso a la par que dudoso por su futuro.
Hay guerra, una guerra contra un supuesto enemigo que no es más que
la fe de unos contra la fe de otros, con dinero de por medio. Dinero,
la causa de la mayoría de los problemas de una sociedad capitalista.
Las personas de esa
sociedad estudian para ganar dinero, y aunque admiten hacerlo porque
les gusta lo que hacen, hay muchos casos en los que no es así.
Vive en una sociedad
loca, pero el loco es él. Aprenderá a adaptarse a lo que tenga, en
el fondo sabe, que le podrán arrebatar todo, todo lo material, todo
lo que no sean sus ideas. […]
En un principio él
fue como ellos, uno más en esa sociedad que lo que busca es
enriquecerse. Pero se dio cuenta de que él no quería eso. Tenía
gustos y aficiones, y mediante ellos buscaba desconectar. No encajaba
en aquella sociedad.
Lo vieron como un
problema, se preocuparon por él, trataron de aconsejarle que hiciera
lo que realmente le gustaba, pensando en que haría su hobby, la
opción del dinero. Se equivocaron.
Él amaba aquello,
pero sabía que no quería que fuese su forma de obtener aquel
“premio”.
Simplemente, no
encajaba bien. Era un loco disfrazado de cuerdo, y sus allegados
empezaron a darse cuenta.
El discurso que escuchaba siempre era el
mismo, pero sus ideas eran fruto de otro mundo, el de su cabeza.
Era muy subjetivo, y
no hablaba de sus pensamientos a menos que saliera el tema. Pero no
quería ganarse la vida “haciendole la vida más sencilla a los
demás”, él simplemente quería hacer ver que no todo lo consigue
el dinero, y que es mucho más fuerte la unión que las apariencias.
Simplemente era un
loco, disfrazado de cuerdo.
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